EJERCICIO FÍSICO Y OSTEOPOROSIS PARTE II
En la primera parte de nuestra serie de artículos sobre osteoporosis y ejercicio físico, conocimos como el hueso es un tejido vivo en constante renovación. Los factores de riesgo comentados en la parte 1, provocan un desbalance entre el hueso que se reabsorbe y el hueso que se crea, resultando finalmente este desequilibrio en una disminución de la masa ósea que acabará desembocando en osteoporosis.
Terapias
farmacológicas a parte (si tienes alguna duda sobre esto, lo ideal sería que
consultases con tu médico) desde el campo del entrenamiento y la nutrición
podemos conseguir grandes resultados en la prevención y tratamiento de la
osteoporosis a través de estrategias no farmacológicas. En este artículo nos
centraremos en el EJERCICIO FÍSICO, y dejaremos para la última parte las estrategias
nutricionales y suplementación.
TERAPIAS NO FARMACOLÓGICAS Y OSTEOPOROSIS: EJERCICIO FÍSICO
Nuestros objetivos a través del ejercicio físico serán: aumentar el pico de densidad mineral ósea (ya aprendimos en la primera parte que la adolescencia es el momento clave), aumentar o mantener la densidad mineral ósea y la calidad ósea, y disminuir el riesgo de caídas.
Como cualquier tejido vivo, el hueso necesita ser estimulado con la suficiente intensidad y frecuencia para mantener sus características mecánicas. ¿Alguna vez te han puesto una escayola debido a una lesión? ¿Cómo tienes la musculatura afectada cuando te quitan la escayola? Del mismo modo, la falta de estímulo sobre nuestro esqueleto provocará su atrofia y pérdida.
El tamaño y forma del hueso, su masa y fuerza están regulados acorde al nivel de tensión al que habitualmente este sometido. El hueso, como tejido dinámico, tiene la capacidad de adaptarse a los requerimientos de fuerza, y el ejercicio físico es un estímulo de vital importancia para mantener y mejorar la calidad ósea y disminuir el riesgo de fractura. Sin embargo, no todo vale. Las adaptaciones sobre el hueso a través del ejercicio estarán determinadas por la modalidad elegida, la dosis y la intensidad. Determinados tipo de ejercicios tendrán un poder osteogénico muy superior a otros.
Veamos dos ejemplos muy ilustrativos que representan resultados opuestos. Sabemos que el brazo de juego de los tenistas tiene entre un 30% y 40% más de densidad mineral ósea que el brazo no dominante. Por otro lado, estudios comparando la densidad mineral ósea en niños que practicaban diferentes deportes, vieron que los niños que practicaban natación tenían la misma densidad mineral ósea que niños sedentarios, sin embargo los niños que practicaban deportes que incluyen impactos (tenis, voleibol…) tenían mayor densidad mineral ósea.
¿Significa esto que tenemos que ponernos todos a jugar al tenis? ¡NO! De hecho, aunque el tipo de acciones realizadas en determinados deportes favorezcan la salud ósea, no es el objetivo principal de ningún deporte. En cambio, conocemos determinados tipos de ejercicio directamente enfocados a mejorar la salud de nuestros huesos, cuyo efecto osteogénico será muchísimo mayor que cualquier práctica deportiva. Los dos ejemplos vistos anteriormente nos dan ya unas pistas muy claras de algunos factores clave que deben incluir los mejores ejercicios para mejorar y mantener la densidad mineral ósea, que pasaremos a desarrollar a continuación.
ENTRENANDO NUESTROS HUESOS
- El ejercicio elegido debe realizarse a una INTENSIDAD suficiente para que el hueso experimente adaptaciones:
Esta intensidad mínima se alcanzará de forma progresiva de acuerdo a las características de cada persona, comenzando por un periodo de adaptación.
Ejercicios comúnmente elegidos por afinidad, o facilidad para realizarlos, como caminar o montar en bici, aunque tienen numerosos beneficios en otros sistemas del cuerpo, NO PROVOCAN UN ESTÍMULO SUFICIENTE PARA MEJORAR Y MANTENER LA SALUD DE NUESTROS HUESOS. Es muy importante que la carga mecánica sea mayor que la experimentada durante las actividades habituales de la vida diaria para poder crear una adaptación a nivel óseo.
- Soporta el peso de tu cuerpo:
La función principal de nuestros huesos es sujetar nuestro cuerpo. Los astronautas experimentan una pérdida notable de su densidad mineral ósea durante largas misiones en el espacio debido a la ausencia de gravedad, al igual que los nadadores de alta competición, que debido a que pasan muchas horas entrenando en el medio acuático (donde no tienen que soportar su propio peso corporal) a menudo suelen tener deteriorada su salud ósea si no están complementando su entrenamiento en la piscina con otra clase de actividades.
Por ahora los viajes al espacio no son una opción, pero en cambio, la natación y las actividades en la piscina si son una modalidad de ejercicio muy popular entre la población. Al igual que caminar, la natación tiene otra serie de beneficios, pero NO TENDRÁ NINGÚN EFECTO EN NUESTRA SALUD ÓSEA.
Estudios muestran una pérdida de un 1% de la densidad mineral ósea en la columna vertebral tras una semana de reposo en la cama… ¡¡SOPORTA TU PROPIO PESO CORPORAL!!
- Las adaptaciones son específicas de la zona del esqueleto estimulada:
Por lo tanto será muy importante incluir variedad de movimientos en diferentes planos, sobretodo ejercicios donde se vean involucradas la zona lumbar y la cadera y su musculatura adyacente (zonas de mayor riesgo de fractura).
LAS TRES MEJORES MODALIDADES DE EJERCICIO PARA MANTENER Y MEJORAR NUESTRA SALUD ÓSEA
Acabamos de aprender que características tienen que reunir los ejercicios con mayor poder osteogénico y que objetivos buscamos a través del ejercicio para mejorar y mantener una adecuada salud ósea. A continuación descubriremos las tres modalidades de ejercicio con mayor influencia sobre nuestros huesos:
1) ENTRENAMIENTO DE FUERZA
¿Qué es? Vencer una resistencia (externa o peso corporal) que resulte lo suficientemente elevada para suponer un desafío a nivel muscular”
Ejemplos: Sentadilla, peso muerto, flexiones, dominadas, zancadas…
Será la base del entrenamiento para la prevención y mejora de la osteoporosis. Respetando una de las características básicas que aprendimos anteriormente, el entrenamiento de fuerza debe terminar realizándose con una intensidad ALTA. Para ello será imprescindible realizar la técnica correcta de los ejercicios, y que la carga vaya aumentando de forma progresiva, acorde a la capacidad del sujeto, hasta alcanzar el umbral de intensidad necesario para provocar un estímulo osteogénico. Tal y como acabamos de señalar, será de gran importancia incluir ejercicios donde se ejercite la musculatura que cruza la articulación de la cadera y la columna, ya que son las dos zonas más afectadas por la pérdida de densidad mineral ósea.
Aunque pueda existir la creencia de que el entrenamiento de fuerza es peligroso en personas con osteoporosis, la evidencia científica indica que es perfectamente tolerado por esta población, y muy beneficioso para la mejora de su salud ósea.
2) ACTIVIDADES CON IMPACTOS/PLIOMETRÍA
¿Qué es? Salto vertical, salto horizontal, saltos en diferentes direcciones, saltar a la comba, caer desde un escalón…
Las actividades con impacto suponen un gran estímulo osteogénico. Es importante presentar una condición adecuada del sistema musculo esquelético antes de introducir ejercicios con impacto en el programa de entrenamiento, por lo tanto será necesario realizar un periodo de entrenamiento de fuerza exclusivamente antes de incluir este tipo de actividades.
Otras características individuales del sujeto como si presenta o no osteoporosis (y en caso afirmativo, con qué grado de severidad) o la presencia de otras patologías como artrosis deberán ser tenidas en cuenta.
3) ENTRENAMIENTO EN PLATAFORMA VIBRATORIA
Las plataformas vibratorias, aunque inútiles para otros objetivos que te suelen contar en la teletienda (“tonificar”, quemar grasa…), parecen tener un efecto positivo en la densidad mineral ósea, aunque por el momento, no existe un consenso claro sobre el tipo de protocolo a seguir (tipo de vibración, frecuencia, duración, amplitud…).
Con la combinación correcta de los tres tipos de ejercicio aumentarán nuestras posibilidades de conseguir los mejores resultados para nuestra salud ósea. Si por problemas de disponibilidad u otro tipo de limitaciones tuviésemos que quedarnos solo con una modalidad, , nuestra elegida sería sin duda el entrenamiento de fuerza debido a su infinita capacidad de adaptación (completamente personalizable a el nivel del sujeto, lesiones…) y seguridad (podemos seleccionar perfectamente la carga que vamos a utilizar, realizaremos movimientos en los que conocemos perfectamente la técnica…).
Además, con el objetivo de reducir el riesgo de caídas, complementaremos nuestro programa de entrenamiento con entrenamiento específico del equilibrio, donde incluiremos ejercicios de pie y en movimiento, utilizaremos diferentes superficies, circuitos con obstáculos y tareas (por ejemplo combinar tareas cognitivas con ejercicios de equilibrio), cambios en la base de sustentación etc…
Con este artículo queremos cumplir una función puramente informativa sin entrar en demasiados detalles técnicos que algunas de las personas que leéis este blog podríais considerar muy complejas.
La intensidad es el factor clave para la prescripción de ejercicio para la prevención y mejora de la osteoporosis y es un parámetro bien definido dentro de la literatura científica, que aunque quizás a algunos os resulte un concepto nuevo, un profesional del ejercicio debe conocer a la perfección (junto con otras variables como el volumen o la frecuencia). Es importante que las cargas en el entrenamiento sean individualizadas, una vez analizadas las características personales del sujeto que va a realizar el programa de entrenamiento: experiencia previa en la modalidad de entrenamiento, riesgo de fractura, DEXA, patologías presentes, edad, medicación… Para conocer que es “intensidad alta” para TI acude a un profesional del ejercicio físico que pueda adaptar cada una de las recomendaciones generales a tu caso específico y comienza ¡¡¡¡YAAAAAAAAAAAA A ENTRENAR TUS HUESOS!!!
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Beck, B. R., Daly, R. M., Singh, M. A. F., & Taaffe, D. R. (2017). Exercise and Sports Science Australia (ESSA) position statement on exercise prescription for the prevention and management of osteoporosis. Journal of Science and Medicine in Sport, 20(5), 438–445
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