ENTRENAMIENTO DE FUERZA EN MENORES PARTE III.
En las partes anteriores de la serie de artículos hemos desmontado los mitos que existen alrededor suyo, y visto los múltiples beneficios que puede aportarles. En esta última parte de la serie, vamos a ver en términos generales en que debe consistir el entrenamiento de fuerza del menor, viendo que será lo más interesante desde el punto de vista de su desarrollo como atleta a largo plazo.
·La edad biológica como factor determinante.
La edad biológica del menor será lo que determine que clase de entrenamiento será el más indicado para él, tanto desde un punto de vista fisiológico como logístico. Es muy importante recalcar que es la edad biológica, entendida por tal, su nivel de progresión hacia la madurez sexual completa, el factor relevante, y no tanto su edad cronológica, ya que muchas veces no coinciden. Habrá menores con un nivel de madurez biológica (y psicológica) que se alejen de la norma general y no debemos prescribir modalidades de ejercicio que sean inadecuadas a su fisiología.
Vamos a clasificar a los menores a efectos de este artículo en:
-Infantes: (normalmente hasta los 8-9 años), que se correspondería con la clasificación pediátrica Tanner I. No existen apenas diferencias apreciables entre varones y hembras en esta etapa.
-Pre-adolescente: (entre los 9 y 13 años), incluyendo Tanner II, y quizás Tanner III. Las diferencias en cuanto a características sexuales entre niños y niñas empiezan a manifestarse, los niveles de hormonas sexuales comienzan a elevarse.
-Adolescencia o pubertad, (13 años hasta alcanzar la madurez sexual plena), Tanner IV y V, los niveles hormonales se encuentran en su pico máximo, y la diferenciación entre sexos es muy pronunciada.
·El entrenamiento del infante y pre-adolescente.
Esta etapa en el desarrollo del joven atleta tiene unas características muy particulares:
1-La plasticidad neuronal (la capacidad de aprender nuevos patrones de movimiento e interiorizarlos) esta en su pico máximo.
2-Sus niveles de hormonas sexuales son muy reducidos, su capacidad de crear adaptaciones estructurales (sobre todo a nivel muscular) como respuesta al ejercicio es muy limitada.
3-Existe un gran potencial de crear cambios a nivel epigénetico en el menor, lo que quiere decir que durante esta etapa podemos “programarle” para ejecutar y responder mejor a futuros estímulos.
Teniendo en cuentas estas particularidades, el entrenamiento de fuerza debe estar enfocado sobre todo a los aspectos neurales, buscando enseñar al menor a ejecutar movimientos complejos, de forma explosiva y segura, para aprovechar al máximo la mayor plasticidad motora de esta fase, mejorando la coordinación y reclutamiento muscular. Así mismo también podemos empujar a su biología a expresar fibras musculares más rápidas, grandes y fuertes que son de mayor utilidad en la mayoría de aplicaciones atléticas.
El objetivo de esta fase debe ser crear un atleta que sepa realizar una gran variedad de movimientos complejos, rápido y explosivo. No debemos orientar el entrenamiento a la ganancia de masa muscular, ya que no va a ser efectivo por los niveles hormonales del menor, y no maximizará esos aspectos neurales a los que el atleta es mucho más receptivo en este momento.
-El entrenamiento del infante: La plasticidad neural del menor se encuentra en su punto máximo durante esta etapa, y la mejor manera de aprovecharla es exponer al menor a la mayor variedad de patrones de movimiento posible, siendo recomendable exponer al niño a la mayor cantidad de prácticas deportivas que nos podamos permitir. Desde el punto de vista puramente logístico, los niños en esta etapa difícilmente serán capaces de seguir un programa de entrenamiento de fuerza estructurado, beneficiándose del estimulo de la variedad constante en sus actividades.
Debido a la tendencia que tienen los menores en estas edades de ponerse a jugar en cualquier parte con cualquier cosa, la sala de pesas tradicional de un gimnasio no es el lugar idóneo para su entrenamiento si no cuentan con supervisión constante, no porque los movimientos que puedan realizar en esta no sean seguros para ellos, sino por la posibilidad de que empiecen a jugar en la sala utilizando el equipamiento de forma incorrecta, o que interfieran en el entrenamiento de otras personas que se encuentren en la sala.
-El entrenamiento del pre adolescente: En esta etapa el menor ya debería ser capaz de seguir un entrenamiento más estructurado y de seguir las instrucciones del entrenador. La necesidad de constante variedad en su forma de entrenar no es tan elevada, aunque en este momento de su desarrollo atlético todavía es recomendable que el menor practique varios deportes y que evite la especialización.
Podemos resumir nuestras recomendaciones en los siguientes puntos:
1-El entrenamiento en esta fase debe ser más variado que en cualquier otro momento de la vida del atleta. No es en absoluto recomendable buscar la especialización temprana.
2-El entrenamiento debe basarse en la realización de movimientos complejos de forma eficiente y segura. El énfasis debe estar en la ejecución correcta y en la velocidad, y no en la progresión de cargas en este periodo.
3-La gimnasia deportiva es una opción excelente para los menores en este momento por los movimientos en los que se especializa y la forma en la que se introducen y progresan. Otra opción que también puede ser interesante son las clases de Crossfit para niños, por su utilización la variedad como estrategia de programación (de hecho, esa estrategia de programación probablemente sea solo idónea para esta población) y la utilización de movimientos complejos, si el instructor es adecuado y orienta la clase más hacia la correcta ejecución de los movimientos y no hacia el número de repeticiones.
4-El trabajo con máquinas y ejercicios monoarticulares es en general una perdida de tiempo en este momento, puede y tiene su lugar en el entrenamiento de fuerza en otros momentos de la vida del atleta, pero en el caso del infante o pre-adolescente sería muy poco efectivo y estaríamos desaprovechando ese potencial para aprender integrar patrones de movimiento complejos.
· El entrenamiento del adolescente
Una vez comienza la pubertad, las adaptaciones estructurales al entrenamiento de fuerzas se vuelven mucho más pronunciadas, siendo este periodo en el cual estas adaptaciones se pueden producir con mayor magnitud, especialmente si el atleta se había expuesto anteriormente a estímulos similares.
Es durante este momento, en el que el atleta podrá alcanzar su pico de densidad mineral ósea, protegiéndole frente a fracturas y osteoporosis durante el resto de su vida como vimos en el artículo dedicado a esta condición ( http://www.kaizenepn.es/articulos/osteoporosis-parte-I ).
El atleta en este momento debería tener ya la madurez suficiente para seguir un programa de fuerza convencional, y no uno basado en juegos como en etapas anteriores. Podemos decir que en este momento el joven atleta de fuerza puede orientar su entrenamiento hacia la dirección que el prefiera, pudiendo empezar a especializarse en algún deporte concreto y ajustar su entrenamiento de fuerza de la manera que mejor apoye a su deporte.
A partir de este momento podemos empezar a preocuparnos de la progresión de la carga utilizada, y también buscar la hipertrofia muscular como objetivo principal del entrenamiento.
En general, el planteamiento del entrenamiento de fuerza del adolescente no difiere del de un adulto, con dos matices importantes:
1-Aunque la tolerancia al entrenamiento sea la más elevada de la vida del atleta, su adaptabilidad es muy alta, y todavía se encuentra en un momento muy temprano de su carrera. Por lo tanto, el atleta adolescente no necesita de mucho volumen para obtener resultados espectaculares (aunque podría recuperarse de mucho más), siendo mejor reservar esa carta para un momento posterior en la que sea necesaria para seguir produciendo adaptaciones.
2-El atleta sigue en un estado de crecimiento. Aunque hemos visto en partes anteriores que el entrenamiento de fuerza no tiene un impacto negativo sobre el crecimiento (todo lo contrario), hay una cosa que, si puede entorpecer gravemente su desarrollo, y es una dieta inadecuada a sus necesidades y niveles de actividad.
El atleta adolescente debe consumir suficientes calorías y nutrientes (especialmente proteína, grasas esenciales y micronutrientes) para seguir desarrollándose con normalidad, debiendo compensar toda la energía que gasta con su entrenamiento y adaptándose a este con su alimentación. El entrenamiento de fuerza es un aliado muy valioso a la hora de perder grasa, pero no debería ser el principal objetivo del adolescente, salvo que este tenga sobrepeso. El riesgo de producir perturbaciones en el normal desarrollo del adolescente con dietas insuficientes unidas a niveles de actividad muy elevados es muy alto, sobre todo cuando resultan en niveles de grasa corporal muy reducidos (menos de 8-10% en hombres y 19% en mujeres). Las consecuencias son especialmente negativas para mujeres en este periodo.
En el caso de que el menor necesite perder grasa, se debe hacer con la supervisión de un profesional asegurando unos niveles nutricionales adecuados de nutrición adecuados ( http://www.kaizenepn.es/articulos/perdida-de-peso-en-menores ).
Aunque una alimentación inadecuada sea especialmente peligrosa para los menores de todas las edades, creemos necesario recalcarlo en el caso de los adolescentes que se interesan en el entrenamiento de fuerza por motivos estéticos, la adolescencia no es el momento en el que el objetivo a conseguir a través del entrenamiento de fuerza sea la definición muscular extrema, siendo mejor esperar a la edad adulta para perseguir esos objetivos si el individuo así lo desea.
Referencias
“How Young is “Too Young” to Start Training?” Gregory D. Myer, et.al.
“Youth Resistance Training: The Good, the Bad, and the Ugly-The Year That Was 2017” Faigembaum, et.al.
“Position statement on youth resistance training: the 2014 International Consensus” Lloyd RS, et.al
Endocrine Response to Resistance Training in Children. Bareket Falk
Early Sport Specialization: Roots, Effectiveness, Risks. Malina, Robert M.
Effects of Resistance Training in Youth Athletes on Muscular Fitness and Athletic Performance: A Conceptual Model for Long-Term Athlete Development . Granacher U
Epigenetic adaptation to regular exercise in humans. Ling C











