La causa de la obesidad
La obesidad y todos sus problemas asociados es uno de los grandes desafíos a los que se enfrentan las sociedades en la mayor parte del mundo. Año tras año vemos en las estadísticas como el número de casos se extiende, mientras que la ciencia arroja multitud de estudios ilustrando lo peligrosa que es esta condición.
En esta situación, las distintas asociaciones, instituciones, colectivos y expertos apuntan a distintos culpables de esta epidemia, es el azúcar, dicen algunos, las grasas saturadas, dicen otros, el sedentarismo, las ondas electromagnéticas de los móviles, los conservantes o los alimentos genéticamente modificados….
Algunas de estas razones pueden tener más o menos fundamento, pero está claro que es un problema en el que intervienen numerosos factores y culpar a un elemento en concreto no aporta ninguna solución.
Sin embargo, si tuviese que dar, una única explicación al problema de la obesidad que tenemos, diría que es, que no comemos por lo que deberíamos comer.
Voy a contar una breve historia antes de continuar que creo nos ayudará a entender mi postura:
En el siglo IV antes de Cristo, Siddhārtha Gautama, también conocido como Buda, viajaba por toda la India explicando su doctrina a las gentes. Por todo el país circulaban historias y rumores acerca de este hombre y su gran sabiduría.
El buda de esta historia es el de la izquierda, el de la derecha es un personaje diferente que pertenece a la mitología china
Un día, un gurú, lleno de curiosidad por lo que escuchaba acerca de Buda, decidió enviar a uno de sus aprendices a conocerle, para ver, si de verdad era todo lo que la gente decía. El aprendiz, obedeció a su maestro, y marchó en busca de Buda para observarle.
Un tiempo después, el aprendiz se volvió a reunir con su maestro, este le pregunto, si efectivamente, este hombre era de verdad el Buda iluminado que todo el mundo decía.
El aprendiz respondió, que efectivamente, todo lo que decían acerca de él era cierto, y su maestro intrigado, le preguntó, como averiguó el aprendiz tal cosa.
“Fue cuando le ví comer arroz” Dijo el aprendiz
El gurú, asombrado por la extraña respuesta de su aprendiz, le pidió que se explicase.
“Cuando va a comer, se echa la cantidad justa de arroz en su cuenco, lo mezcla serenamente con la cantidad adecuada de condimentos, no añade ni demasiada, ni muy poca salsa.
Mastica con tranquilidad todos y cada uno de los granos de arroz, saboreando cada trozo de comida que entra en su boca. Disfruta de su alimento sin dejarse llevar por el apasionamiento, ni sintiendo pesar por el momento en que se acabe , pero su principal propósito al comer, es el sostenimiento y mantenimiento del cuerpo.”
Esa es, y debe ser, la razón principal por la que comemos. La comida puede ser además muchas cosas más, pero en el momento en que perdemos de vista su principal función, empiezan a aparecer los problemas.
¿Por qué comemos hoy en día? Comemos para celebrar, para reunirnos, comemos porque nos aburrimos, porque es la hora de comer, porque estamos tristes, o porque estamos contentos. Comemos porque tenemos que probar este nuevo tipo de galleta, o por no hacerle el feo a nuestra compañera de trabajo que ha traído una tarta para todos. Todo esto puede estar mejor o peor, pero si nos olvidamos de que a través de la comida es como mantenemos al cuerpo en perfecto funcionamiento, podemos terminar haciendo que la comida termine siendo algo dañino.La comida puede ser una fuente de placer enorme, y afortunadamente, es fácilmente accesible. Lamentablemente, esto puede terminar convirtiéndola en una forma de “automedicación” a la que muchas personas recurren para combatir la ansiedad, o el aburrimiento, lo que termina causando aún más problemas sin solucionar ninguno.
El personaje de Austin Powers Gordo Cabrón, reconociendo su problema.
No estoy diciendo, para nada, que no debamos disfrutar de la comida, pero lo que no debemos es dejar que este disfrute termine dañando lo más valioso que tenemos en esta vida, que es nuestro cuerpo, podemos pensar que lo más importante para nosotros es nuestra familia, o nuestro trabajo o carrera profesional, pero no debemos olvidarnos nunca, que podremos disfrutar de nuestras vidas, solo mientras nuestros cuerpos nos lo permitan, estos son los vehículos a través de los cuales podemos experimentar todo lo que la vida nos ofrece, y como pasa con los coches, habrá personas que quieran viajar en un coche super deportivo y busquen llevar sus cuerpos al límite de sus capacidad atléticas y estéticas y pagar su precio cuidando hasta el más mínimo detalle su alimentación y entrenamiento, mientras que otros no tendrán esas aspiraciones y se conformarán con un coche más discreto, pero que también debe estar siempre apunto para poder viajar de forma tranquila, cómoda y segura.
Me gustaría terminar este artículo, invitándote, primero, a que la próxima vez que te sientas con ansiedad, estés triste o te aburras, y te veas buscando una solución delante del frigorífico, reflexiones un momento acerca de la situación en la que te encuentras, y quizás, buscar otra alternativa para lidiar con tus problemas que vaya a ser más productiva.
Segundo, invitarte también a rescatar una tradición que ha existido de una forma u otra en todas las culturas del mundo a lo largo de la historia y que se está perdiendo, y que es un síntoma muy aparente del problema del que he estado hablando. Esta costumbre, es la de dedicar un breve momento justo antes de cada comida, a pensar un momento en lo que estas apunto de hacer, y sentirte agradecido por poder hacerlo. Apaga la televisión, y d isfruta de tu alimento y de la compañía que tengas, sin dejarte llevar por el apasionamiento, ni sintiendo pesar por el momento en que se acabe , pero que tu principal propósito al comer, sea el sostenimiento y mantenimiento de tu cuerpo.











